PARE, MIRE Y ESCUCHE
Salmo 121
RV60 - Cántico gradual
1 Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
¿De dónde vendrá mi socorro?
2 Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
Que hizo los cielos y la tierra.
3 No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
Ni se dormirá el que te guarda.
4 He aquí, no se adormecerá ni
dormirá
El que guarda a Israel.
El que guarda a Israel.
5 Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
6 El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
Ni la luna de noche.
7 Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
El guardará tu alma.
8 Jehová guardará tu salida y tu
entrada
Desde ahora y para siempre.
Desde ahora y para siempre.
Introducción
El verbo con el cual
comienza este pasaje de las Escrituras es crucial para entender y comprender
este pasaje. Este nos indica desde ya, que algo debemos hacer antes de pedir,
esperar, solicitar alguna bendición o señal de lo alto. Alzar es un verbo que
indica una acción tal como: elevar,
izar, levantar, encaramar, subir, empinarse, encumbrarse y su antónimo, es
decir, lo contrario, indica la acción de “bajar” o “descender”.
Con todo, la vida es una oportunidad para
resolver problemas. Los problemas que enfrentamos muchas veces nos pueden derrotar,
nos hacen bajar lo brazos o bien nos permiten desarrollarnos dependiendo de
cómo respondamos a ellos.
Solo tenemos dos opciones a escoger:
·
Los ignoramos
·
Los enfrentamos al
reconocerlos y así aprendemos y crecemos.
A la
luz de las Sagradas Escrituras, consideremos algunos sabios consejos.
1.- PARE, MIRE, ESCUCHE (v.1)
a.
Así como dice el
salmista: “Alzaré mis ojos a los montes;
¿de dónde vendrá mi socorro?” (v. 1), muchas veces, pasamos de largo por la
primera acción y queremos, deseamos que el socorro venga ya lo más pronto
posible…!!, pero primero, la Palabra dice: “ALZARE MIS OJOS A LOS MONTES”. Esto
implica, detenerse, analizar, calmarse, meditar para no hacer nada que no
corresponda.
b.
Hay montes que se
levantan en nuestra vida, que nos impiden ver lo que pueda estar pasando al
otro lado o lo que pueda estarse acercando. Es como si estuviéramos en medio de
ese valle de desolación y sólo a nuestro alrededor hay montañas que nos impiden
salir de él o ver si viene alguna ayuda de “algún lado”.
c.
Por otra parte, de las dos opciones, la
mejor es la segunda, enfrentar los problemas desde la segunda opción, nos
permite ver a los problemas como oportunidades. Desafortunadamente, la mayoría
de las personas fallan en ver como Dios desea utilizar esos problemas para enseñarnos,
para adiestrarnos en algún ministerio o necesidad de la gente, a fin
de que al anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su
luz admirable (1ª Ped. 2:9b), lo hagamos desde la perspectiva testimonial, de
la experiencia vivida.
d.
Lo contrario, será
tomar la vía de las reacciones apresuradas, el abandono, los resentimientos, que son algunas de
nuestras respuestas a los problemas que detienen el proceso de crecimiento, sin
considerar el beneficio de la prueba (Santiago
1:3-5). Cada adversidad la podemos cambiar o transformar de amargura a un
beneficio. En vez de preguntar ¿Por qué a mí?, mejor digamos ¿Para qué Señor?
(Rom. 5:1-6).
2.- MIRAR A LO ALTO (v.2)
a.
En ocasiones, los
montes pueden ser mucho más altos a nuestra vista, y sólo estamos mirando a ver
por dónde puede estar la salida. Estamos esperando ver esa luz a la distancia
que nos indique el camino a seguir. Por eso, tendemos a mirar hacia arriba y
exclamar: “¿Cómo podré salir de esta situación?”,“¿Quién podrá ayudarme a salir
de esto?”, “¿De dónde vendrá mi socorro?”.
b. Sin embargo, es en esa posición de impotencia, abandono o
descontrol que alzamos nuestros ojos al cielo. Nuestra posición nos obliga a
tener que alzar nuestra mirada y exclamar: “Mi socorro viene de Jehová, que
hizo los cielos y la tierra” (v. 2).
c.
La
única razón por la que hay oportunidades para salir de alguna situación de
dificultad, radica en primer término solo y exclusivamente en la misericordia
de Dios. Y esta es la base de la salvación, su gracia infinita. Pero también
debemos reconocer que Dios usa los problemas para madurarnos y ¿Cómo se alcanza la
madurez?. Sin lugar a duda, lo cierto es
que la madurez se alcanza a través de los problemas resueltos con
responsabilidad. Nuestro carácter es edificado cuando respondemos correctamente
ante las adversidades de la vida.
d.
Cuando
era niño, en cierta oportunidad mire muy alto hacia el cielo, y pude ver una
figura humana que la asocié con los años al patriarca Moisés. Experiencia que al
día de hoy la recuerdo con gozo. Han pasado muchos años, y esa figura me
recuerda que Dios siempre ha estado conmigo.
3.- DE LAS PRUEBAS VENCEDORES.
a.
¡Debemos reconocer que estamos atravesando por una prueba!. Porque
si en los momentos críticos no tienes Palabra de Dios, escucharás al enemigo
que te susurrará al oído y eso bajara tu guardia. Por lo tanto debes apoderarte
de una de promesa de Dios ¡y sigue adelante…!.
b. Si te centras en lo que dejas atrás, no podrás ver lo que tienes delante. (Ratatouille).
c. Las pruebas son como el termómetro
con el que se mide nuestra calidad (“para que sometida a prueba vuestra fe, aunque
se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea
manifestado por Jesucristo” (1ª Pedro 1:7). Es allí cuando revisamos nuestra
fe, paciencia, amor, mansedumbre y dependencia de Dios, y solo por medio de las
pruebas crecemos espiritualmente y obviamente esto es lo que desea el Señor de cada
uno de nosotros.
d. Dígale
a su hermana / hermano que está a su lado: “Hay alguien mucho
más grande que Tú y que Yo”. Más grande y más alto que el monte que se levanta
en nuestra vida, y que está allá arriba en los cielos… Ese es nuestro Dios, el
creador del cielo y de la tierra, nuestro Padre Celestial, el cual habita en
las alturas y mira desde los cielos a la tierra y acude en nuestro auxilio en
nuestro socorro. (Sal. 4:3; 33:13; 53:2; 85:11; 102:19).
e. Él es siempre nuestro oportuno socorro, nuestro pronto
auxilio en las tribulaciones (ver Heb. 4:16; Sal. 46:1). Así como vemos la
tierra, plana y redonda, desde la cámara potente de alguna nave espacial (como
cuando vemos algún documental por la televisión), así mismo ve Dios la tierra
desde las alturas. ¡Las montañas no se ven como montañas! Desde arriba no se
puede apreciar cuán alta es la montaña. Así que a Dios no le impresiona nada de
eso. ¡Él se enfoca en ti y solamente en ti!.
f. Por eso es que no tenemos por qué estar atemorizados.
Nuestro Dios es alto y sublime, pero también está accesible a nosotros. Él ha
dicho: «Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el
quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes y
para vivificar el corazón de los quebrantados. Porque no contenderé para
siempre, ni por siempre estaré enojado, pues decaerían ante mí el espíritu y
las almas que yo he creado...Produciré fruto de labios: Paz, paz para el que
está lejos y para el que está cerca», dice Jehová. «Yo lo sanaré» (Is.
57:15-16, 19). Dios tiene cuidado de sus criaturas, de sus hijos. Sólo espera
que le abramos el corazón.
g. Así que recuerda, cada
problema y adversidad es una oportunidad para triunfar y ser vencedor.
4.- LAS PROMESAS DEL SEÑOR
a.
¡Anímate cristiano
y levanta tu rostro! - enfoca tu mirada en Aquel que es tu socorro. Cuando te
enfocas en los cielos, lo demás a tu alrededor se vuelve insignificante. Confía
de todo corazón en Dios, quien te creó y te conoce, aun desde antes que
existieras en este mundo. Él está ahí para sostenerte, para ayudarte y para
darse a conocer tal como Él es: El Dios
de Toda Paz, el Dios que Provee, el Dios que Sana y el Dios que Te Bendice.
- Y te declara Su Palabra en esta hora: “En este instante Yo
pienso en ti”, “Yo estoy de tu parte, Yo te ayudaré”, “Yo nunca me
olvidaré de ti”, “Yo te haré justicia y defenderé tu derecho”, “Yo te daré
la victoria”, “Nada es imposible para Mí”,
“Mis ojos están puestos en ti”, “Yo te sostendré y te libraré”, “¡Anímate!, ¡Yo he vencido al mundo!”,
“Yo hago nuevas todas las cosas”, “Yo te daré consejos y velaré por ti”,
“Otra vez abriré caminos en tu soledad y ríos en tu desierto”, “Yo Soy tu
Señor, tu Salvador”, “No temas Yo estoy contigo, no te angusties”,
“Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré”, “Yo te escogí y no te
deseché”, “Pon tu esperanza en Mí”,
“Yo me ocuparé de quienes te oprimen”, “Mía es la venganza, Yo
pagaré”, “Yo concederé los deseos de tu corazón”, “Nunca te dejaré, jamás
te abandonaré”, “Te protegeré por dondequiera que vayas”, “Aún en la
vejez, Yo te cuidaré y te sostendré”,
“Yo perdono tus pecados y sano tus enfermedades”, “Yo te daré salud
y te curaré y te sanaré”, “Yo enjugaré tus lágrimas”, “Yo sanaré a tu
país”, “Yo te haré gozar de Mi salvación”, “Yo nunca torceré la justicia
ni el derecho”, “Confía en Mí, ponme a prueba”, “Llámame y Yo te responderé”.
Conclusión
Por último, deseo terminar con las
sabias Palabra de nuestro Señor: Jesús les habló otra vez,
diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida (Juan 8:12 LBLA).
Jesús entonces les dijo: Todavía, por un poco de
tiempo, la luz estará entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que
no os sorprendan las tinieblas; el que anda en la oscuridad no sabe adónde va (Juan 12:35 LBLA).
Si haces caso a la Palabra de Dios, tu victoria está en las manos
benditas del Señor.
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