miércoles, 10 de junio de 2009

Los Principios de Dios

Texto: 1ª Juan 1:1-10

1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);
3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

En los tiempos de Juan, el discípulo amado, hijo del trueno.
Jesús le hizo apóstol y le llamó junto a su hermano Santiago, boanerges, del griego, “hijos del trueno”, por su celo, por ser galileos impetuosos, vivaces. Por su carácter severo y agresivo. Mr. 3:17; 9:38; Mr. 10:35 - 41; Lc 9:54 ss).

En el tiempo en que se escribe esta carta, año 90 dC., se estaban levantando un sin número de herejías dentro y fuera de la iglesia. Falsos maestros que contaminaban el verdadero mensaje del Evangelio de Jesucristo y especialmente contra aquellas enseñanzas que rebajaban la Deidad de Cristo, la realidad y el poder de sus padecimientos y de su muerte como sacrificio expiatorio perfecto y total. Por tal motivo, Juan escribe esta carta a la Iglesia para advertirles de aquellas herejías que estaban contaminando a la iglesia naciente y de las cuales, ellos debían estar apercibidos. Algunas de estas ideas se conocen con el nombre de “Gnosticismo” y “docetismo”, en donde esta última negaba la naturaleza humana de Jesús o la consideraba como un disfraz (1ª Jn 5:1), negando la verdadera encarnación de Cristo (2:22; 4:2), basándose en oráculos procedentes de una falsa «unción» divina, gente que habían sido miembros de la iglesia, pero la habían dejado (2:19 “Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros” – versión Nvi).

Aclaremos algo antes de continuar, no confundamos Gnosticismo con Agnosticismo, suenan parecidos, pero son diferentes y ocurren en épocas bastante distantes.

a) El gnosticismo, tema que nos ocupa en esta parte, es un conjunto de corrientes sincréticas filosófico-religiosas que intentan conciliar doctrinas distintas, las que llegaron a mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declaradamente herético, es decir, como una doctrina errónea al dogma, después de haber gozado de una etapa de cierto prestigio entre los intelectuales cristianos. Se trata de una doctrina, según la cual los iniciados no se salvan por la fe en el perdón gracias al sacrificio de Cristo sino que se salvan mediante la gnosis o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la fe. Ni la sola fe ni la muerte de Cristo bastan para salvarse. El ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo. El gnosticismo es una mística secreta de la salvación (místico: ”cerrado, arcano o misterioso”). Se mezclan sincréticamente creencias orientalistas e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica. Es una creencia dualista: que afirma la existencia de dos principios supremos, el bien frente al mal, el espíritu frente a la materia, el ser supremo frente al Demiurgo, el alma frente al cuerpo. Hoy en día podría ser algo así como el yin y el yang (ver imagen).



Al respecto, las sagradas escrituras nos afirman:

Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. (Santiago 1:17 RV60).
Para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio... Lev. 10:10 (RV60).
Y este último texto es soberbio: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 1ª Juan 1:5 (RV60). Si Ud. observa bien la figura, la parte blanca está contaminada con lo oscuro o con las tinieblas, y lo oscuro tiene parte con la luz o lo blanco. Dios no es así !!. Razones hay muchas, y todas bastante escriturales por lo demás. Yo le he dado solo algunas para que las tenga presente.

b) Por otra parte, el agnosticismo, es algo más contemporáneo (del griego α- a-, sin + γνώσις gnōsis, conocimiento) es aquella postura filosófica o personal que, a grandes rasgos, considera inaccesible para el ser humano el conocimiento del todo o lo trascendente manteniendo una postura neutral entre teísmo y ateismo, por lo tanto difiere de la afirmación (creer) o negación (no creer) de conceptualizaciones creadas por el razonamiento metafísico. En otras palabras, para un agnóstico, el valor de verdad de ciertas afirmaciones (particularmente las metafísicas respecto a la teología, el más allá, la existencia de un dios, dioses, deidades, o una realidad última) es incognoscible o, dependiendo de la variante de agnosticismo, imposible de adquirir su conocimiento debido a la naturaleza subjetiva de la experiencia. Es decir, no pueden concebir a “Dios” en su vida y menos aun, que él pueda intervenir en la vida del hombre. Bajo la perspectiva de este pensamiento o ponencia, resulta entonces imposible conocer o probar la existencia de Dios... a esto último, ¡¡Juan no hace referencia!!, sino que el apunta sus dardos contra la mezcla sincrética de creencias que en ese momento estaban contaminando a los cristianos.

Hay tres principios en la Biblia
I .- El primero de ellos lo encontramos en el libro de Génesis capítulo 1: “1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” Gen 1:1-2.

Desde este principio en el verso 1 al verso 2, no sabemos cuanto tiempo transcurrió, Dios lo sabe, pero hubo una gran cantidad de tiempo transcurrido desde lo que acontece en el verso 1 y lo que se señala en el verso 2. Sabemos que en medio de estas dos instancias del tiempo de Dios (kairos gr.), hubo una gran batalla en los cielos, donde Satanás y sus huestes fueron desalojados, expulsados de la presencia de Dios por haberse rebelado, desobedecido al Dios Creador, a quien rinden culto y alabanza todos los ángeles creados por El, aun la creación rinde alabanza a Dios, dice “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” Salmo 19:1; 8:1-9 – RV60). Respecto de estos ángeles caídos y que fueron desalojados, el profeta Ezequiel señala lo siguiente en el capítulo 28:12b-19, de su libro:

Eze 28:12b Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
Eze 28:13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.
Eze 28:14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Eze 28:15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.
Eze 28:16 A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.
Eze 28:17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.
Eze 28:18 Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.
Eze 28:19 Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.

Respecto de este “astuto ser” llamado Satanás o Lucifer (el adversario de Dios, como lo demuestra el significado de su nombre tanto en griego como en hebreo, el cual se opone continuamente a Dios), podemos decir lo siguiente: Fue creado como un ángel de muy alto rango y autoridad (lea Ezequiel 28:14, 16). Y en el libro del profeta Isaías capítulo 14:12 es llamado “Lucero, hijo de la mañana” o “lucero de la mañana, hijo de la aurora” (BDLA). Es llamado también “querubín ungido”, y todo indica que fue investido de un alto rango, cuando menos igual al del arcángel Miguel (Judas 9). Satanás fue creado perfecto y sin mancha, pero más tarde escogió el camino del pecado y de la rebelión (Ezequiel 28:12, 15, 17). Según el testimonio de Jesucristo, esta sublevación fue apoyada por una tercera parte de los ángeles, que le siguieron en su levantamiento (Apocalipsis 12:4; Lucas 10:18). Él y los ángeles rebeldes (los demonios), trataron de derrocar a Dios y fueron derrotados y expulsados de su presencia (Isaías 14:12-15; 2 Pedro 2:4). El reino de Satanás está caracterizado por las tinieblas y no por la luz (Lucas 22:53; Efesios 6:12; Colosenses 1:13).

Como puede observar, todo esto ocurrió entre lo que relata el verso 1 del capítulo 1 del Libro de Génesis y el verso 2 del mismo capítulo. Revelación que se va complementando con el desarrollo de la Palabra de Dios de manera progresiva, entre Génesis y Apocalipsis hasta llegar a la máxima revelación de Dios, Su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y nuestro Redentor.

II.- Otro de los “principios” de Dios se encuentra en el Evangelio de Juan capitulo 1, verso 1 al 5 :
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

La razón más simple del por qué se llama Verbo al Hijo de Dios, es porque por medio de ella, la Palabra, nos es revelado el pensamiento y los propósitos que tiene Dios como Padre Celestial a todo el mundo. Y el Verbo se hizo carne, es decir, aquel que ejecuta la Palabra, la hace efectiva, la cumple en su totalidad, hasta su consumación, el alfa y omega, principio y fin de todo que no deja nada “suelto”, sin hacer o sin cumplimiento. Ya que en el principio era la Palabra. El verdadero principio no es la creación del universo. Este comienzo del tiempo, del espacio, de la materia y de los seres vivos no explica nada, sino que por el contrario requiere una explicación. El verdadero comienzo está fuera del tiempo, más allá del “Chronos” humano. Juan no dice que , pues esto lo sabemos, sino que nos habla de la Palabra. El término que Juan emplea, y que muchas veces es traducido por , dice más que es a la vez el pensamiento y la palabra que expresa lo que uno lleva en sí, y tal vez deberíamos traducir por de Dios. Por lo cual, hablar de esta Palabra o Expresión del Padre, es lo mismo que hablar de su Hijo. Ambos consustanciales, misma naturaleza. (Que son de la misma sustancia, naturaleza o esencia).

Algo más que agrega el evangelista acerca de Cristo prueba que Él es Dios. Afirma su existencia en el comienzo; su coexistencia con el Padre. El Verbo estaba con Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y no como instrumento. Sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho, desde el ángel más elevado hasta el gusano más bajo. Esto muestra cuán bien calificado estaba para la obra de nuestra redención y salvación. La luz de la razón, y la vida de los sentidos, derivan de Él, y depende de Él. Este Verbo eterno, esta Luz verdadera resplandece, pero las tinieblas no la comprendieron. Oremos sin cesar para que nuestros ojos sean abiertos con el fin de contemplar esta Luz, para que andemos en ella; y así seamos hechos sabios para salvación por la fe en Jesucristo.

Respecto a “El Verbo”, esta expresión corresponde a la palabra logos en griego koiné, la cual tenía significados diferentes para judíos como gentiles. Para los judíos, “el Verbo” era el poder activo de Dios, el cual creó el mundo y lo sustenta. Esto es lo que se dice del “Verbo” en Génesis 1 y 2, y en Isaías 55.3, 11. Los judíos recordaban que Dios había dicho: “Sea la luz”, y fue la luz (Génesis 1:3). ¡La palabra de Dios es, en efecto, poderosa!. En cambio, cuando los gentiles oían la frase “el Verbo”, ésta les recordaba la forma como los filósofos griegos la habían utilizado. Consideraban que “el Verbo” era una fuerza impersonal que le daba orden y propósito al universo. En tanto que en lo escritos Joaninos, se considera esta expresión como el título designado, reservado para identificar a Cristo.

El diccionario Bib. Certeza afirma al respecto que puede también significar poder o función divina por la cual el universo adquiere unidad, coherencia, y significado (logos spermatikos, ‘Palabra seminal, que, como la simiente, da forma a la materia informe): el hombre ha sido hecho de acuerdo con el mismo principio, y se dice que él mismo posee Logos, tanto interiormente (logos endiathetos, razón) como expresado en el don del habla (logos proforikos). También se emplea el término como el modelo o norma por el cual puede el hombre vivir “de acuerdo con la naturaleza”.

III.- El tercer y último principio que se menciona, está ubicado en 1ª de Juan 1:1 Lo que era desde el principio, fíjese bien en el uso del tiempo verbal “ERA” (pretérito imperfecto), la versión NVI lo traduce como “ha sido”, es decir siempre ha estado, siempre presente, eterno. En tanto que la versión de la Biblia de Jerusalén lo traduce como : “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida”. Por lo tanto lo que era, ha sido o existía, no “lo que empezó a ser, sino que esencialmente era (griego een, no egeneto) antes de ser manifestado tiene un significado de eternidad, siempre presente, no lo que FUE, sino más bien ES, HA SIDO y SERÄ por los siglos de los siglos, el Dios Increado para quien no existe el tiempo, el espacio, ni la materia, ni la antimateria, el cual no posee forma. Una verdadera “Soledad Divina”, aquella la del Padre en donde este Dios increado posee vida en si mismo: ”Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo”. (Juan 5:26). Inescrutable, insondable, incognoscible, es decir, no lo podemos conocer en su plenitud, solo en aquellos aspectos en que El permite su revelación. Por esta razón decimos que él es un presente permanente, el único ser por el cual no pasa el tiempo. Es un eterno presente, más allá de nuestra eternidad.

En 1ª Jn. 1:1 es poco probable que la frase “Palabra de vida” tenga el significado de Logos en su sentido teológico técnico; tanto el contexto como la construcción se oponen a ello. Aun si fue escrito por el mismo autor del evangelio (cosa que algunos entendidos dudan), la epístola puede ser anterior a la adopción de una doctrina plenamente desarrollada sobre el Logos, recordemos al respecto que los escritos Joaninos datan del año 90, 100 de la era cristiana, época en la que aun no estaba totalmente establecida la doctrina cristiana como la conocemos hoy. Por lo tanto, el sentido de “evangelio cristiano” satisface mejor el contexto, ya que no es desconocido que esta carta fue preferentemente dirigida a la iglesia o a comunidades cristianas de la época y en estos tiempos nos instruye e ilumina a nosotros.

Testigos presenciales
La expresión que se repite dentro de este pasaje “Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos - lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos...”, nos habla de la relación que existía entre los discípulos, entre ellos Juan, y el propio Jesús. Pero también nos señala de episodios como el de Tomás el cual dudo, que pensó que a quien a quien el veía no era el Jesús resucitado, sino que era otra persona, al cual el mismo maestro le pidió que metiese su dedo en sus heridas (Juan 20:25-27 ). Todo estos relatos nos muestran a un sin número de testigos presenciales (ver 1ª Cor.15:6), de los cuales hoy leemos sus relatos, su testimonio. La palabra testigo, que aquí no se lee, pero se menciona tácitamente, está muy relacionada en su origen con el término mártir, la cual deriva de una palabra griega que en su origen significa “testigo”; el mártir era aquel que daba testimonio de algo ante alguien, y a partir del siglo II o III, esta palabra pasó a designar a aquellos que dentro de una comunidad cristiana, perseguida en razón de su fe en Cristo, daban testimonio de su doctrina aun con el sacrificio de su propia vida.

Algunos pasajes que nos hablan de la relación entre Juan y Jesús:
1.- Salomé pertenecía al grupo de mujeres que apoyó a Jesús con sus propios recursos económicos (Mr. 15:40–41 y Lc. 8:3).
2.- Participa en el episodio de la resurrección de la hija de Jairo (Mr. 5:37).
3.- Como Santiago y Pedro, fue uno de los discípulos que contemplaron la transfiguración de Jesús (Mr. 9:2; Lc. 9:28).
4.- Contempló la agonía de Jesús en Getsemaní. Cercano a Pedro (Mt.26:36-37; Mr.14:32-33).
5.- Participa en los preparativos de la cena final de Pascua (Lc. 22:8).
6.- El es el discípulo que Jesús amaba y que se reclina en su pecho (Jn. 13:23):
7.- Se le confió el cuidado de la madre de Cristo (Jn. 19:26-27).

De su carácter de Apóstol encontramos los siguientes antecedentes:
1.- Juan tuvo que soportar junto a Pedro la hostilidad de los Judíos contra la Iglesia Cristiana primitiva (Hch. 4:13; 5:33, 40).
2.- Participó activamente en la organización de la primera Iglesia en Palestina.
3.- Participó activamente en la organización de la Iglesia por toda Asia Menor.
4.- Durante el período de persecuciones romanas, huyó a Patmos, donde se cree que escribió el Apocalipsis, o Libro de la Revelación (Ap. 1:9).
5.- Viajó a Éfeso y las mismas tradiciones dicen que escribió tres cartas y el cuarto evangelio.
6.- Se refirió al amor cristiano veinticinco veces, o más, en sus epístolas.
7.- Fallecido el año 101 d.C. (En Efeso).

De la comunión de la iglesia
El apóstol dedica su epístola a los creyentes en general con testimonio evidente de Cristo para promover la felicidad y el gozo de ellos, v. 5-10. Demostrándoles lo necesario que era llevar una vida en santidad, apartada para Dios con la finalidad de que dicho testimonio nos fortaleciese en todas las áreas de nuestra vida para así desarrollar una armoniosa comunión con el Señor nuestro Dios. (Deut 6:4-7) y con los demás hermanos.

Esta epístola al estimular a todos los que profesan conocer a Dios para que tengan comunión con Él, crean en Él, y que anden en santidad, no en pecado, demostrándoles que una profesión puramente externa es nada sin la evidencia de una vida y conducta santa. Les invita y estimula con el fin de que junto a otros cristianos verdaderos, desarrollen una verdadera comunión con Dios y el Señor Jesucristo, pues a la constancia en la fe verdadera y a la pureza de vida, les asegura una vida plena de verdad, para que ya no vivan de la mentira, sino agradando a Dios en todo.

De la palabra comunión podemos decir que en el Nuevo Testamento, este término básico, es traducido diversamente como “comunión”, “comunicación”, “participación”, “contribución”, “compañía”, “común”, es decir, tener parte o participación, tener en común todas las cosas (Hechos 2:44-47). Siendo este un valor agregado a la vida de todo cristiano, solo le restará a este, vivir en paz con Dios y con los hombres, disfrutar del favor de Dios, sus bendiciones, su perdón y su amor, no olvidemos que nuestra felicidad será siempre proporcional a la santidad que demostremos en nuestro ser.

Dios nos ha dado testimonio de la pecaminosidad del mundo, proveyendo un Sacrificio eficaz y suficiente por el pecado, cuestión necesaria para todas las épocas; y a si mismo, ha mostrado la pecaminosidad de los creyentes al pedirles que confiesen continuamente sus pecados y recurran por fe a la sangre del Sacrificio. Si en esta acción nos declaramos culpables ante Dios, nos humillamos y disponemos a conocer lo peor de cada uno y de nuestra naturaleza. Confesando honestamente todos nuestros pecados en su plena magnitud, pero a la vez confiando totalmente en su misericordia y verdad por medio de la justicia de Cristo, por un perdón libre y completo, por nuestra liberación del poder y la práctica del pecado, habremos ganado la batalla a la cual todos los días debemos hacer frente. No con nuestras fuerzas, que perecen, sino con la fuerza y el poder de Dios actuando en cada uno de nosotros. Porque lo contrario, si decimos: "que No hemos pecado", le hacemos a él mentiroso y su Palabra no está en nosotros.

Que Dios les bendiga, en cada momento de vida que por su misericordia podamos gozar.

Atte. Sergio Eduardo Contreras Peralta


Bibliografía
Biblia Reina Valera 60
Biblia Nvi y Jerusalén
BDLA Bib. de las Américas.
Diccionario Bíblico Edit. Certeza.




1ª Cor. 4:1-2

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