Texto Colosenses 3:1-17
1Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
5Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 8Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, 11donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.
12Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 15Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. 16La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. 17Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.[1]
Introducción
Hay ciertas cosas de las que todo creyente debe despojarse. Esto quiere decir literalmente “quitarse la ropa”, dejar todo aquello que nos estorba en nuestro andar, en nuestro crecimiento. Dejar los trapos viejos para colocarnos una túnica blanca, ropas nuevas de salvación. Dejar una clase de vida para asumir otra totalmente nueva y distinta, consagrada a Dios.
1Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
5Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 8Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, 11donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.
12Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 15Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. 16La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. 17Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.[1]
Introducción
Hay ciertas cosas de las que todo creyente debe despojarse. Esto quiere decir literalmente “quitarse la ropa”, dejar todo aquello que nos estorba en nuestro andar, en nuestro crecimiento. Dejar los trapos viejos para colocarnos una túnica blanca, ropas nuevas de salvación. Dejar una clase de vida para asumir otra totalmente nueva y distinta, consagrada a Dios.
Asunto de este texto : Consagración.
Tema específico: Una vida consagrada al Señor supone el dejar ciertas cosas que nos estorban.
Propósito específico: Enseñar a los hermanos cómo debe ser la vida del creyente convertido al Señor.
Proposición: Cristo hizo morir lo terrenal en nosotros.
Interrogante sermonaria: ¿Cómo puede un cristiano vivir una vida consagrada al Señor?.
O.T.: El creyente puede vivir una vida consagrada para el Señor aplicando tres principios en su vida.
I) Reconocer la Doctrina de Cristo v.1-4
i) Debemos buscar al Señor: Nuestra búsqueda debe estar dirigida hacia los cielos donde se encuentra el Señor y desde donde él vendrá a buscar a su esposa amada, su iglesia. Este debe ser nuestro testimonio, que Cristo reina y que él es soberano pues en su momento veremos la manifestación de su poder en todo su esplendor en medio nuestro.
ii) Demostrar un buen testimonio: Todo creyente al demostrar un buen testimonio ante la comunidad, está dando cuenta del cambio que Dios ha obrado en él por el poder de su amor y presencia en nosotros.
iii) Su amor debe notarse: Nuestra vida debe ser el mejor reflejo de consagración al Señor ya que con amor eterno nos ha amado, él a nosotros primero con el fin de que amemos a nuestro prójimo.
II) Debemos Practicar la Palabra de Dios v.5-9
i) Lo terrenal debe morir en nosotros: Esto incluye todo lo que constituye en idolatría, fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, con el fin de demostrar al nuevo hombre, para no demostrar desobediencia y para que la Ira de Dios no venga sobre nosotros. v.5-6
ii) Abandonar toda huella de práctica carnal: El verbo está en tiempo imperativo, “Dejad”, nos indica el grado de urgencia. Esto es comparable con 1ª Cor 11:3 donde dice: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.” Por ejemplo: que la mujer asista a la iglesia junto a su esposo porque de lo contrario “Averguenza” a su esposo, es decir afrenta a su marido, quien es su “Su Cabeza” (1ª Cor.11:5-7), de lo contrario está actuando igual que los demonios, que no son otra cosa que Ángeles caídos (1ª Cor.11:10) “Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.”.
iii) La sumisión no es sinónimo de debilidad sino de fortaleza: Someteos a Dios y el diablo huirá de vosotros. Ya no más ira, enojo, malicia, blasfemia, o palabras deshonestas en nuestra boca. Esto es despojarse del viejo hombre de una vez. Si el evangelio está en nuestros pies (parte de la armadura del cristiano), debemos andar bajo sus principios, no mintamos (Hacer y enseñar Hechos 1:1). v.8b-9.
III) Vistámonos de lo nuevo v.10-17
i) En Cristo somos todos iguales: Porque Cristo es el todo en todos, él no hace diferencias y su imagen se va revelando en nosotros hasta el conocimiento pleno. Vistiéndonos cómo escogidos, santos y amados, apartados por y para Dios el Padre. Con el fin de que nuestro corazón sea Afable, Manso y apacible (1ª Ped.3:3-4), para soportarnos y perdonarnos unos a otros como Cristo el Señor nos enseñó, en su Santidad y pureza. v.10-13
ii) Andemos en amor como vínculo de unión: En el amor no hay temor, donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor de Dios(1ª Jn 4:18). El amor tiende a la unión del cuerpo de Cristo. La desunión solo provoca la destrucción del cuerpo de Cristo, la que muchos promueven sin darse cuenta de que atentan contra la voluntad de Dios. También seamos agradecidos de Dios por todo y en todo. v.14-15
iii) Vistámonos de la Palabra: Para ser renovados constantemente por ella y así ministremos en alabanza al Señor. Con gracia, de corazón (con ganas), Con Salmos e Himnos y cánticos espirituales, es decir, lenguas. Por último, vistámonos de ella, vivámosla, andemos por ella poniendo en práctica todos sus preceptos con el fin de vivir y experimentar una vida plena y de propósito en Cristo nuestro Señor, porque su nombre es lo que nos da vida y activa todas las cosas a nuestro favor. v.16-17
Conclusión
El deseo de Dios es hacer con cada uno de nosotros algo totalmente nuevo. Es hora de que comiences a celebrar lo que el Señor quiere hacer en tu vida. Comienza por declarar con tu boca “Dios está haciendo algo nuevo y fresco en mi vida”. Debes ver que en Cristo hay perdón para tus pecados, pero también la capacidad de vivir una vida que agrada a Dios. Es por esta razón que afirmamos que lo viejo no sirve, porque Dios necesita gente que se convierta verdaderamente, que anhele cambiar, gente nacida de nuevo con una nueva manera de vivir. Si tu te has metido con todo en el Evangelio es por que estas diciendo “voy a tener cambios en mi vida”, de lo contrario estás con serios problemas, porque Dios tiene planes contigo, Dios tiene planes con la nación, Dios tiene propósitos con tu vida y de ti depende que Dios pueda operar en ti y pueda comisionarte para usarte como instrumento de su gloria para llevar a cabo sus planes y propósitos.
AMÉN.
Les ama en Cristo Jesús nuestro Señor
Sergio Edo. Contreras Peralta sergiotorys@gmail.com
Santiago de Chile
[1]Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
No hay comentarios:
Publicar un comentario