Juan 3:26-30
26 Y vinieron a Juan (el
bautista) y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del
Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él.
27 Respondió Juan y dijo: No
puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
28 Vosotros mismos me sois
testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.
29 El que tiene la esposa, es el
esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza
grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.
30 Es necesario que él crezca,
pero que yo mengüe.
Enunciado:
·
Si quieres más de
DIOS, tienes que morir a ti mismo(a).
·
Porque en Dios están
mi vida y mis metas. Por lo tanto, que todo se haga bajo la voluntad de Dios y
en su tiempo perfecto.
Las palabras de Juan el Bautista fueron probablemente un golpe fuerte
para sus discípulos, puesto que estos lo tenían en gran estima y aun no
entendían que Jesús era el Cristo.
Juan el Bautista como todo hombre de
Dios humildemente reconocía que Jesús era el Cristo y que por eso la gente
quería escucharlo e ir en pos de Él. Algo que a lo mejor sus discípulos aun no
alcanzaban a entender hasta ese momento.
Pero sin lugar a dudas, la frase que
más nos debiese impactar de este relato, es la del versículo treinta: “Es necesario que él
crezca, pero que yo mengüe”.
Hoy en día todos aquellos que anhelamos
agradar a Dios deberíamos decir: “Es necesario que él crezca, pero que yo
mengüe”, pero ¿Qué significa menguar?, menguar significa morir a
nosotros mismos y permitir que la imagen de Jesús crezca en nuestras vidas.
Sólo menguando, disminuyendo, rindiéndonos
con humildad ante el Señor se puede crecer en el caminar de la vida cristiana. Porque
no importa cuántos años hayamos vivido, siempre se puede iniciar el proceso de
crecimiento entregando paso a paso, el control y el mando de nuestra vida al
único que en verdad puede guiarla a su verdadero destino. Ya que guiarnos sólo
con nuestro propio criterio, es un camino demasiado riesgoso y en ese camino
cometemos innumerables errores.
Pero no mal entendamos esto, Dios no nos
pide que nos anulemos, que dejemos de ser lo que somos, puesto que El por algo
nos escogió, solo que necesita potenciarnos para que crezcamos y nos
desarrollemos bajo su mirada.
Algo
que a todos nos ha sucedido más de alguna vez: Muchas veces hablamos y decimos algunas
cosas y luego, nos arrepentimos de haberlo hecho o nos damos cuenta de que
dijimos algo que incomodó, afecto, ofendió a una tercera persona o grupo de
personas, incluso de hermanos, pero en el momento, no nos dimos cuenta. Y
hubiese sido mejor que en ese momento alguien nos hubiese tapado la boca
¿verdad?, pero no fue así… Y acto seguido nos cuestionamos a nosotros mismos
diciendo, ¿Por qué no habré guardado silencio mejor?.
Por esta misma razón la
Palabra de Dios nos exhorta diciéndonos que “la obediencia que
Dios demanda es la que cede a Su voluntad”. En
el Salmo 40:8 dice que: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu
ley está en medio de mi corazón.” Y todos sabemos que la Palabra de Dios dice
que nuestra boca habla de lo hay en nuestro corazón.
La
invitación de Jesús es que dejemos nuestro YO QUIERO, nuestros pensamientos, nuestros
gustos y deseos, también nuestros temores y podamos esperar y descansar en el
Señor:
“Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su
vida por causa de mí, la hallará.” (Mateo 16:24-25).
De alguna manera, esto de negarnos y
tomar nuestra cruz significa menguar, de esperar, de morir con el Señor, guarda
mucha relación con el Reposo de Dios, son conceptos que se relacionan entre sí.
El
Reposo
Lo mejor que puede acontecer a todos
y a cada uno de los hijos de Dios, es que aprendan a reposar o descansar en el
Señor, esto es, a esperar en Él. Pero esto, no es como muchos cristianos han
pretendido creer pensando que “El Reposo” significa NO HACER ABSOLUTAMENTE NADA.
El reposo de Dios no significa vagancia,
sino por el contrario, en el reposo de Dios hay ganancia. ¿Por qué ganancia?,
la respuesta es sencilla es porque en el reposo de Dios se evitan:
Ø Los tropiezos,
Ø Los sin sabores,
Ø Y por sobre todo la
vanagloria (Hebreos 4:9-10).
Pablo pone un énfasis especial en la
paciencia (Romanos 5:3) al declarar: “Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia”; por tanto es
imperativo que comprendamos que la paciencia es sinónimo de saber esperar en el
reposo de Dios, lo cual implica creer en las promesas de Dios.
Heb 3:7 el Espíritu Santo nos dice que si hoy
escuchamos su voz no debemos endurecer el corazón como lo hicieron los
israelitas cuando se quejaron contra El mientras en el desierto los probaba.
Heb 3:9 Pero a pesar de las tantas veces que los
israelitas pusieron a prueba
su paciencia, el Señor nunca la perdió y estuvo cuarenta años realizando
milagros entre ellos.
Heb 3:10 “Sin embargo —dijo el Señor—, me enojé con
ellos porque miraban a todas
partes menos a mí, y en consecuencia jamás encontraron el camino que yo
quería que siguieran”.
Heb 3:11 Entonces, airado contra ellos, Dios juró que
no entrarían al reposo que les
tenía preparado. (NT. Biblia al día 1979).
El verdadero reposo de Dios es vivir la fe de Jesucristo en
nosotros, no por nuestras obras o nuestras acciones de fe, sino más bien,
porque Jesús es tan exclusivamente grande, que nos debe quedar claro que a Él se
le debe una completa confianza y una obediencia total si deseamos alcanzar el
éxito en todo lo que hacemos siendo mayordomos fieles de lo que El nos ha dado.
Por
lo tanto, menguar y entrar en su reposo, significa entregarle a El ¡todas!,
pero ¡todas! nuestras aflicciones, nuestras preocupaciones pero también
nuestras bendiciones, cada área de nuestra vida en las manos de nuestro Señor y
Salvador. Siendo buenos administradores de aquello que Dios nos da por su
misericordia al ser sus discípulos.
Considerando
que todos somos mayordomos y por consiguiente, dicho Ministerio de la
Mayordomía, apoya activamente la misión de la Iglesia, en el hacer discípulos,
mediante mayordomos fieles y espiritualmente reavivados, que cada día ofrendan
su tiempo, y también los recursos que Dios les da para ponerlos a los pies del
Señor. Que apartan lo mejor para darlo al maestro y Dios de nuestras vidas.
Más
como buenos mayordomos no debemos afanarnos:
Y un buen consejo podría ser:
No seamos como Marta afanada y
confundida en muchas cosas por hacer, seamos más bien como María, oyendo y
escudriñando el consejo de Dios, esperando y buscando el tiempo de Dios, las
indicaciones o directrices de Dios.
Morir
en el Señor
Cuando hablamos de morir, esto se
refiere a que debes entregar tu carácter, tu persona, tu "Yo soy",
tus temores, tus necesidades, tus sueños, tu vida, tu familia, tu trabajo, tu
ministerio hasta tu matrimonio, es decir, todas aquellas áreas importantes de tu
vida.
La lucha
más grande, es dejar de ser; Sergio, Edith, Pedro, Jessica, Tatiana, Christofer,
Hugo, Coni, Sonia (etc.) es muy difícil dejar de ser “nosotros”, tenemos
costumbres ya adquiridas desde muchos años, tenemos formas de vivir, se nos ha
enseñado desde pequeños que esto es así y asá. Y adquirimos una forma de vivir.
Tratando
a nuestro niño herido
Debido a que somos lo que somos, el
E.S. viene a mostrarnos lo que somos, tanto interior como exteriormente. El
Espíritu Santo nos revela lo que no vemos de nosotros mismos y nos ayuda a
ordenar nuestras vidas, nos ayuda a conocernos mejor, a confrontarnos con
nuestras debilidades y a fijar prioridades correctas.
Ø
Todos cargamos una
mochila pesada desde nuestra infancia (Malas costumbres, mañas, frustraciones,
heridas profundas, etc.) y son esos problemas los que aportamos a nuestro
matrimonio, a nuestra vida en pareja, a nuestra relación familiar con nuestros
hijos etc.; créanme, no es nada fácil.
Ø
Todos tenemos un niño(a) chico que da pataletas cuando
no le dan lo que desea.
Ø
De alguna manera todos
queremos ser vistos por los demás, porque anhelamos ser reconocidos por
nuestros pares.
Ø
Y el Señor desea
ayudarnos a tomar a ese niño herido en nuestros brazos y a contenerlo, el Yo
adulto conteniendo al niño(a) herido, ese que cuando fuimos niños fue agredido,
fue violentado y que de alguna manera marco nuestra vida y es lo que hoy se
manifiesta en nosotros.
Gracias
a que tenemos estos importantes “detalles personales”, estos “pendientes”…
muchas veces dejamos la “escoba”, en nuestra casa, en nuestra relación
matrimonial, en nuestro trabajo con nuestros amigos, en nuestra iglesia, etc.
¿Cuánto
cuesta esto Verdad? – dejar de ser “YO”, para que sea Él en nosotros…
En cada uno de nosotros
desde pequeños se ha ido formando un carácter y después de grandes o adultos
afirmamos este carácter. Y debido a eso, nos cuesta tanto vivir la vida
cristiana por nuestros propios medios, cuando no
dejamos que Dios nos cambie, porque no dejamos que el alfarero nos moldee como
al barro en sus manos. Notemos algo importante: El Alfarero no cambia la
esencia del barro, sino que le da forma, le saca las impurezas.
Si te
casas y tienes un divorcio, eso marcará tu vida, si te maltrataron eso marcará
tu vida, si te engañaron o te fallaron, eso marcará tu vida, si fuiste
abandonado(a) ese episodio doloroso marcará tu vida; así cuando llegamos al
Señor, es real que Somos salvos, pero ese fue “el primer sorbo de agua que nos
dieron”… en realidad, solo empezamos a ver los cambios o la transformación, sólo
cuando le entregamos el dominio y control a nuestro Señor.
Alice Miller(1) dice: “Cuando el desarrollo de un
niño se frustra, cuando los sentimientos se reprimen, especialmente la ira, el
dolor, el enojo, ese pequeño se convertirá físicamente en un adulto, pero en su
interior permanecerá el niño herido. La infancia es el momento en que se fijan
las conductas que luego reprimimos de adultos”.
El cristiano se
evitaría muchos problemas en su peregrinaje por el desierto de este mundo, aprendiendo a esperar, a morir en Dios, a esperar en el reposo de Dios,
a menguar. A decirle a Dios, ¡Señor, no doy un paso adelante hasta que Tú me lo
indiques”.
Seguir el único Camino al Padre, implica negarse cada día,
significa entregar el control, la dirección y la voluntad sin objeciones, sin
peros. En pocas palabras es tomar la cruz para poder morir en ella, es entregar
la vida cada día en manos de quien la puede administrar de mejor forma.
Para
Jesús, cargar la cruz represento la muestra más sublime de obediencia. Desde el
momento que Jesús fue arrestado ya no impuso Su voluntad, fue golpeado y
maltratado y en todo guardo silencio.
AMÉN, DIOS LES BENDICE !!
(1)Alice Miller (Piotrków Trybunalski, Polonia, 12 de enero de 1923 – Saint-Rémy-de-Provence, Francia, 14 de abril de 2010)1 fue una psicoanalista conocida por su trabajo en maltrato infantil y sus efectos en la sociedad así como en la vida de los
individuos. Nació en Polonia, en el seno de una familia judía, pero creció y estudió en Suiza. Obtuvo su doctorado en filosofía, psicología y sociología en 1953 en Basilea. En 1986 Miller fue galardonada con el premio Janusz Korczak por la Liga Antidifamación. Tuvo dos hijos.
YO QUIERO MÁS DE TI
Jaime Murrel
Yo, quiero más de ti
Y habitar en tu presencia...
Menguar para que crezcas tu, y cada día seré
mas como tú.
Yo, quiero más de ti
Y habitar en tu presencia...
Menguar para que crezcas tu, y cada día seré
mas como tú.
Coro:
Quebranta mi corazón.
Quebranta mi vida
Te entrego mi voluntad a ti.
Todo lo que soy Señor
todo cuanto tengo es tuyo
Yo quiero menguar para que crezcas tú.
Yo, quiero más de ti
Y habitar en tu presencia...
Menguar para que crezcas tu, y cada día seré
mas como tú.
Yo, quiero más de ti
Y habitar en tu presencia...
Menguar para que crezcas tu, y cada día seré
mas como tú.
Coro:
Quebranta mi corazón.
Quebranta mi vida
Te entrego mi voluntad a ti.
Todo lo que soy Señor
todo cuanto tengo es tuyo
Yo quiero menguar para que crezcas tu.
Y habitar en tu presencia...
Menguar para que crezcas tu, y cada día seré
mas como tú.
Yo, quiero más de ti
Y habitar en tu presencia...
Menguar para que crezcas tu, y cada día seré
mas como tú.
Coro:
Quebranta mi corazón.
Quebranta mi vida
Te entrego mi voluntad a ti.
Todo lo que soy Señor
todo cuanto tengo es tuyo
Yo quiero menguar para que crezcas tú.
Yo, quiero más de ti
Y habitar en tu presencia...
Menguar para que crezcas tu, y cada día seré
mas como tú.
Yo, quiero más de ti
Y habitar en tu presencia...
Menguar para que crezcas tu, y cada día seré
mas como tú.
Coro:
Quebranta mi corazón.
Quebranta mi vida
Te entrego mi voluntad a ti.
Todo lo que soy Señor
todo cuanto tengo es tuyo
Yo quiero menguar para que crezcas tu.